El Río Matanza-Riachuelo es un cuerpo de agua muerto. La zona con más industrias de la provincia de Buenos Aires, con una cuenca de 2240 km2 que abarca 14 municipios, donde viven aproximadamente 7 millones personas, de 64 km de extensión hasta desembocar en el Río de la Plata, el Riachuelo acumula y transporta gran cantidad de elementos tóxicos que las fábricas arrojan al agua —entre ellos cromo, plomo y cobre— generando todo tipo de padecimientos en las poblaciones que se asientan en sus márgenes, ciudadanos pobres y con sus derechos vulnerados.
“Mujeres del Río” es un cortometraje de investigación dirigido por Soledad Fernández Bouzo que indaga en la lucha permanente por sanear el agua, el suelo y el aire de la cuenca que llevan adelante tres mujeres: Beatriz Mendoza, Claudia Leguizamón y Graciela Itatí Aguirre.
EL RÍO SOMOS TODAS
Ayer en la Universidad Nacional de Moreno se llevó adelante una proyección del corto, junto a la realizadora y a Marta Maffei (Dirigente sindical docente argentina) y Maristella Svampa (Doctora en Sociología) quienes pudieron charlar con el público sobre algunas cuestiones pertinentes al rol de las mujeres en las luchas ambientales y la situación de extrema gravedad ecológica que estamos atravesando como humanidad.
“Esta es una invitación poco común”, con esta frase dio inicio a su charla Maristella Svampa, haciendo referencia a la invisibilización de la temática ambiental en la agenda pública, especialmente a nivel académico y estatal, y más aún, cuando los afectados son las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad. Hace 10 años que la causa del Río Matanza-Riachuelo adquirió resonancia mediática, gracias al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que ordenó su saneamiento.
Para Svampa, para poder entender el caso del Riachuelo se necesita hacer uso de algunos conceptos clave y entender cómo estos se relacionan entre sí. El primero de esos conceptos es el de racismo ambiental, que tiene que ver con la invisibilización de ciertas poblaciones, excluidas y marginalizadas. El segundo concepto es el de zona de sacrificio, que son esos lugares donde viven las personas en condiciones precarias y marginales, áreas que son utilizadas para depositar los excedentes tóxicos, o pasivos ambientales, de la producción industrial, y el último es el concepto de maldesarrollo, que apunta a dar cuenta de un modelo insustentable, con consecuencias sanitarias graves para las poblaciones.
En cuanto al rol de la mujer, Svampa destacó el protagonismo de los feminismos populares o del sur, que han surgido en toda América Latina, principalmente conformados por mujeres en situación de marginalidad, pobres, indígenas, campesinas, y que visibilizan su situación de exclusión. Para la investigadora, estos son movimientos feministas situados en luchas concretas, de aspectos comunitarios.
La radicalidad de estos feminismos populares está en su reivindicación de una cultura de la vida, contraria a la cultura de la muerte que nos ha impuesto el sistema capitalista y patriarcal, y una cultura de la vida y el cuidado. Poner de manifiesto la relación entre mujer y Naturaleza, entre feminismo y ecologismo y poner en cuestión las “dualidades de la modernidad”, esto es la separación arbitraria de los pares naturaleza/sociedad, Mujer/Hombre, humano/no-humano, donde además, uno de esos polos siempre es jerarquizado sobre otro, desconociendo la diferencia y desvalorizándolo, abriendo el camino para la dominación y la opresión.
En este sentido, para la especialista “el ecofeminismo revaloriza aquello que fue denigrado por el pensamiento moderno y patriarcal, poniendo en el centro la tarea del cuidado, sin esencializarlo”; cuando esencializar el rol de cuidadoras fue justamente lo que hizo el patriarcado, separando a los hombres de ese rol y anulando su capacidad de empatía. El cuidado al que se hace referencia tiene que ver con cuidar del otro, de la Naturaleza, de la producción y reproducción de la vida y de su sostenibilidad. Svampa resaltó que los humanos no somos seres autónomos sino seres vulnerables e inderdependientes, o sea, ecodependientes.
“Debemos resaltar que no todo el movimiento feminista asume que la tarea del cuidado de la Naturaleza es tan prioritaria como conseguir la abolición del patriarcado y terminar con la cultura machista y violenta, y en ese sentido, es necesario hoy más que nunca articular entre la agenda del ecofeminismo con los feminismos como el ‘ni una menos’” concluyó Svampa.
Por su parte, Marta Maffei recordó que las luchadoras y luchadores por el saneamiento del Riachuelo no se plantearon la descontaminación del río sino el saneamiento de la cuenca completa, del suelo, el agua y la tierra. “La tierra de la cuenca está llena de tóxicos, ahora mismo”, advirtió Maffei, y agregó que “están construyendo una gran cloaca para verter desechos en el Río de la Plata, y la tierra que remueven luego la acumulan en cualquier lado, donde los chicos juegan, al aire libre”.
Existe hoy una capacidad tecnológica y científica que nos contamina a gran escala, debemos repensar el rol de la investigación en relación a las necesidades y luchas sociales. El derecho de propiedad nos hace creer que podemos hacer lo que queremos con nuestro pedazo de tierra, sin considerar cómo eso afecta a los demás, el daño colateral de las actividades industriales es aceptado y no se controla.
Para Maffei, es necesario pensar al agua como un derecho humano, no hay posibilidad de vida sana (como manda el artículo 41 de la Constitución Nacional argentina) tomando agua contaminada. Además, recordó que las mujeres, por su constitución física orgánica, absorben mayor cantidad de toxinas que los hombres y la ciencia médica no está reconociendo suficientemente esta diferencia para realizar estudios específicos. Últimamente han cobrado relevancia enfermedades como la sensibilidad química múltiple, la fibromialgia y la fatiga crónica, todas relacionadas a la grave contaminación del ambiente.
SOBRE LA PELÍCULA
Mujeres del Río
ver online: https://www.youtube.com/watch?v=6IlwE5ZocIw&t=653s
Dirección: Soledad Fernández Bouzo
Duración: 11’ 52’’
Universidad de Buenos Aires, 2018
Producción: Instituto de Investigaciones Gino Germani y el Centro de Producción e Investigación Audiovisual de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires).
Realizado en el marco del concurso de microrrelatos audiovisuales de investigación social, financiado por la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación e impulsado por el Consejo de Decanos de las Facultades de Ciencias Sociales y Humanas en el año 2015.
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