“Ese olvido de sí en la búsqueda del otro, como técnica espiritual de descentramiento y expansión del sí mismo, produce a primera vista, un efecto paradójico: el interés por los otros vivientes mejora las relaciones humanas”
Baptiste Morizot (Tras el rastro animal)
Vinciane Despret escribe en la introducción de “Tras el rastro animal”, de Baptiste Morizot, que “cada vez somos más quienes queremos vivir de otra manera con los animales, quienes soñamos con reanudar vínculos antiguos y retomar la conversación”, pero se plantea: “¿cómo? ¿qué debemos hacer? ¿que deberíamos aprender? ¿ cómo habitar con otros seres que nos son en su mayoría completamente extraños?”.
La tesis que recorre este libro -que trata sobre el rastreo de animales en tanto lectura de los signos de lo invisible para traerlos a la presencia- es que necesitamos “conocer para cohabitar en territorios compartidos”. El rastreo es presentado como una práctica política, un arte de hacerse preguntas ante la presencia de los seres con quienes compartimos mundos, con el fin de encontrar respuestas “más civilizadas y diplomáticas”. “¿Quién habita aquí? ¿cómo vive? ¿Cómo hace un territorio en este mundo? ¿en qué punto su acción impacta mi vida y viceversa? ¿Cuales son nuestros puntos de fricción, nuestras alianzas posibles y las reglas de cohabitación a inventar para vivir en concordancia?”.
Todas esas preguntas me vinieron nuevamente a la cabeza cuando vi Inteligencia Animal, una serie de cortos sobre la fauna nativa del territorio argentino, filmada con una excelente calidad técnica y una gran sensibilidad. Si bien, en principio, apuntan a un público infantil (sale al aire por el canal Paka Paka) la edad no resulta una barrera en absoluto para disfrutar y aprender sobre la fauna nativa del territorio argentino. Porque además, hay que resaltarlo siempre, en un ámbito tan colonizado y androcéntrico como el de la televisión, que existan programas cuyos protagonistas sean no-humanos y sudamericanos, ya es en sí todo un logro, y si se además se hace de forma entretenida y con tan buena calidad, nos enganchamos todxs.
Son 13 capítulos de 10 minutos cada uno, que nos llevan por distintos ecosistemas y nos acercan a las interrelaciones entre diversas especies de flora y fauna, mostrándonos cómo los seres se las arreglan para habitar, hacer territorio, futuro y convivir o sobrevivir en el mundo. Carpinchos, colibríes, águilas, sapos, pulpos… una cosmopolítica de la diversidad latinoamericana a través de la narración y el descubrimiento de las capacidades evolutivas y cognitivas de los animales.
La voluntad de conocer (y re-conocer) a los animales es practicar una pedagogía de la empatía, construir solidaridad y ecosensibilidad (en palabras de Morizot, esto refiere a las experiencias que consisten en repoblar espacios vaciados con las presencias que los constituyen, los habitan, que se anudan unas con otras y con nosotros). La inteligencia es una facultad relacional… la capacidad de hacer mundos en común, el arte de habitar con los demás vivientes, con conciencia de nuestras interrelaciones.
Encender nuestra capacidad de conmovernos, de dejarnos afectar por el encuentro con esxs otrxs co-habitantes del planeta y compañerxs de nuestro destino, ahí también radica la relevancia del arte cinematográfico documental como el de Inteligencia Animal, en su potencia para traer a nuestra presencia a esos animales, tantas veces borrados y tratados con demasiada crueldad. De acercarlos de una forma en que podemos sentirnos una especie más junto a ellos, disfrutarlos y brindarles un poco de justicia.
Inteligencia Animal – Paka Paka 2021
Productora Planta Alta – http://plantalta.tv
