(*) integrante del equipo de BioReconstruimos
Foto de portada: Sofía Mejía Llamas
Con las cenizas levantamos paredes
Los incendios ocurridos en las localidades de la Comarca Andina durante el mes de marzo han dejado una pérdida de alrededor de 500 viviendas, una merma en la producción de cientos de chacras, y miles de hectáreas de bosque nativo desaparecidos. Durante los primeros días de la catástrofe, la energía de la gente estuvo focalizada en controlar los focos de fuego activo, con el tiempo y el arduo trabajo de brigadistas y voluntarixs, junto con algunas lluvias dispersas, el incendio fue controlado, dando paso a nuevas y diversas prioridades.
Hoy, vecinxs, constructorxs, arquitectxs, albañiles y conocedores del territorio se reúnen con el objetivo de construir la mayor cantidad de viviendas posibles para aquellas personas que lo perdieron todo. La hostilidad climática, característica de la Patagonia, da cuenta de la entrada del otoño. Tras las rojizas lengas, que anuncian el arribo del frío invernal, se deja ver el estado de emergencia del territorio incendiado.
Pero por la Ruta Nacional 40 no se siente desesperación: la gente está ocupada, está activa. Un grupo llamado BioReconstruimos (@bioreconstruimos), con conocimientos sobre bioconstrucción, no perdió el tiempo y puso manos a la obra con el objetivo de diseñar un modelo de vivienda sustentable, aprovechando los materiales de la zona. “La tierra quemada la utilizamos para armar ladrillos de adobe”, cuenta Mássimo, quien es uno de los referentes de la organización. No es un modo de decir: la organización autogestiva de vecinxs está levantando paredes con las cenizas del fuego.
Primero: organización. La división de tareas y el relevamiento fueron dos armas fundamentales a la hora de enfrentar la tragedia. Caminar el territorio, acercarse a la gente, conversar y registrar. BioReconstruimos recabó información y creó un mapa de necesidades con nombre y geolocalización, en donde se ordenan las personas afectadas y la condición de cada familia. Luego, se seleccionó por dónde comenzar teniendo en cuenta las condiciones del terreno, los materiales a disposición y la situación de lxs vecinxs. Actualmente, el trabajo lo están focalizando en los barrios Bosques del Sur y la EcoAldea, ubicados en la margen oeste de la RN 40, provincia de Chubut, pero hay muchas zonas afectadas y la idea es que el proyecto crezca para alcanzar a toda la gente que perdió su casa, su producción y que ignora cómo hará para pasar el invierno.
¿Y el rol del Estado?
En la apretada agenda de cada día no sobra tiempo para debatir acerca de las falencias estatales. La urgencia tiene esa cualidad: la energía es finita y hay que gestionarla para que el movimiento sea eficaz. Es por eso que se avanza, con quienes están, hacia adelante. No sin perder de vista la falta de respuesta por parte de organismos públicos.
“Nos estamos volviendo expertos en fuegos”, decía un brigadista que había ido a trabajar durante el incendio de enero en la Cuesta del Ternero (El Bolsón), y agregaba “nosotrxs que no sabemos nada de catástrofes, ni de tormentas de fuego, estamos aprendiendo a responder a la tragedia en el día a día, a prueba y error”. Porque ningunx hubiese podido a solas, así que se siguen estirando las manos, porque todavía quedan muchos lugares a los que llegar.
¿Por qué la bioconstrucción?
El proyecto nació de la mano de un grupo de arquitectxs que comparte la pasión por la bioconstrucción o construcción natural, es decir, una forma de hacer viviendas y estructuras que prioriza la sustentabilidad, la eficiencia, la accesibilidad natural de los materiales y la salud de quienes las habitan. En la Comarca Andina hay mucha tradición y experiencia en este tipo de construcción, donde se comprueba una y otra vez que hacer una casa eficiente, duradera, con buenas propiedades térmicas y bajo impacto ecológico, lejos de ser imposible, es bastante simple y barato. Muchas de las respuestas de reconstrucción tras los incendios son soluciones muy temporales y, si bien todo esfuerzo es bienvenido e importante, también es posible implementar un tipo de vivienda que sea definitiva, cómoda y saludable.
¿Qué se necesita?
Para encarar un proyecto de bioconstrucción en el territorio se necesita un grupo electrógeno, un aserradero portátil, un obrador móvil, handys, vehículos de transporte, además de todas las herramientas necesarias para la construcción: sierras, ingletadoras, taladros, agujereadoras. “Se necesitan las máquinas que construyen una casa… Hoy se está usando todo el equipo personal con todo el amor del mundo”, dice Massimo, “pero eso necesitamos”. Y también se necesitan manos con ganas de trabajar y, si no tienen herramientas o materiales, también son bienvenidas las donaciones para comprar insumos desde acá. (Entrá a este link para hacer tu donación: tinyurl.com/bioreconstruimos).
Esta red camaleónica con el poder de apagar un incendio, levantar paredes, regalar abrazos y repartir -como deliverys por la Comarca- bolsones de comida y kits para quemaduras de allá para acá, es la que hoy está aprendiendo a contrarreloj a encarar una campaña de recaudación de fondos para que nadie llegue al invierno sin una casa calentita. Y vos, desde donde te encuentres, podés sumarte. Todas las manos suman.
Para difundir: