PEDALEANDO POR UN RÍO SANTA CRUZ LIBRE

Entrevistamos a Ricardo Gaustein para que nos cuente cómo es la experiencia de unir Parques Nacionales Argentinos en bici y sobre la lucha a contrarreloj y viento en contra, ante la instalación de dos mega represas sobre el río Santa Cruz.

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Ricardo Gaustein nació en Lomas de Zamora y pasó los últimos 16 años viviendo en Morón, zona oeste del gran Buenos Aires, donde estudió y se recibió de Técnico Universitario en Turismo. Hace veinte años trabaja como Guía de Turismo y desde la primavera pasada está embarcado en una travesía increíble, que lo lleva en bicicleta a recorrer los Parques Nacionales de Argentina alertando sobre el proyecto de represar al Río Santa Cruz.

por Laura Borsellino y Gaby Franchini

El 15 de octubre de 2018 partió de la localidad de Roque Pérez (Provincia de Buenos Aires), en la que inició un viaje que le llevará un año y medio, o más. Son aproximadamente 20 mil kilómetros que Ricardo quiere pedalear, de los cuales, al día de hoy ya lleva recorridos unos 4500. Nada mal considerando la cantidad de rutas complicadas, las inclemencias del tiempo, y el esfuerzo enorme que implica atravesar todo el territorio argentino en el vehículo más independiente y audaz: la bicicleta.

Entrevistamos a Ricardo para que nos cuente cómo es la experiencia de unir Parques Nacionales Argentinos en bici y sobre la lucha a contrarreloj, y casi con todo en contra, que él – junto a muchos otrxs argentinxs – están llevando adelante contra la instalación de dos mega represas sobre el río Santa Cruz financiadas con capitales chinos.

“A finales del 2007 también dejé todo y con mi pasaje de avión en mano y mi mochila, me fui seis meses a recorrer India, Nepal, y algunos países de sudeste asiático. Luego he recorrido algunos países de Sudamérica, como Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, también de mochilero. Trabajando tuve la suerte de visitar el resto de nuestros países limítrofes y algo de Europa”, dice Ricardo sobre sus viajes iniciáticos.

LA BICICLETA

Argentina tiene casi 3 millones de km2. Recorrerlos en bicicleta es todo un desafío, implica cambios radicales de paisajes y climas, y sobrevivir a rutas atestadas de camiones o sin presencia humana por horas y horas. La bicicleta es un vehículo que te permite acceder lugares únicos, sentir el viento y escuchar los sonidos del ambiente, es la forma de moverse a velocidad más estrechamente integrada al ambiente, sin embargo, no son pocos los desafíos que el mundo les presenta a los viajeros en dos ruedas.

—¿Cómo llegó a tu interés recorrer los Parques Nacionales en bicicleta, qué pensás que te vincula con lo ambiental?
—Mi vinculación con lo ambiental nace desde el respeto y la empatía, más allá de un tema de gusto personal. Intento ser muy respetuoso de todo lo que me rodea. Y no concibo no “cuidar” el medio ambiente, porque creo que de no hacerlo, me estaría faltando el respeto a mí mismo, a quienes quiero, y a las personas en general. Todos disfrutamos y dependemos del medio ambiente, de una u otra forma. Me parece que tratar de vivir en comunión con el entorno, nos asegura una mejor calidad de vida, y me encantaría que todos tuvieran la posibilidad de aprovechar eso.
En cuanto al viaje, en realidad fue “mutando” y tomando forma de a poco. Desde siempre quise recorrer toda la Argentina, aunque nunca lo había pensado de esta manera. Suponía que lo haría al estilo “mochilero”, como otros viajes .. y el hecho de visitar los Parques surgió de la mano de mi interés personal por las áreas naturales (considero que son fundamentales para la preservación de nuestros recursos), y de “observar” el mapa: al unir cada una de éstas áreas que forman el sistema de Parques Nacionales, estaría recorriendo prácticamente todo el territorio argentino; sobre todo lugares poco turísticos que aún no tuve la suerte de conocer. Y, como siempre digo también, creo que porque soy un guardaparques frustrado, ya que es una tarea que me encanta, aunque no tuve en su momento la posibilidad de volcarme a ella.
Por otro lado, también tengo muchas ganas de mostrar esa “otra Argentina”, que es la que no suele salir en los medios, sobre todo en las grandes ciudades. La de la gente solidaria, hospitalaria, que realmente es mucha, y de las que las noticias no siempre hablan.

—Seguramente en un viaje así te topaste con muchas dificultades y obstáculos particulares, ¿qué elementos pensás que son imprescindibles para encarar un viaje así? ¿Qué cosas allanaron el camino en tus travesías?
—Si tuviera que declarar algunos obstáculos importantes, creo que podría enumerarlos:
Lo mal que manejan los argentinos, reflejado en el hecho de no respetar una distancia mínima con el ciclista y maniobras, a veces, ¡imprudentes! Me han hecho “tirar” a la banquina muchas veces; tengo dos porrazos importantes:el primero, el día de la salida, a los 15 kilómetros de haber comenzado.
-En segundo lugar, el viento. Hasta ahora ha sido, creo, que lo más duro del viaje. Es impredecible, y cuando aparece con fuerza no hay manera de sobrellevarlo. Es lo único que me ha hecho “parar” o, incluso, tener que aceptar que me lleven en algún tramo del camino. Puede reducir tus expectativas o planes de viaje a cero en cualquier momento.
-La inexperiencia, es otra dificultad. Nunca fui un verdadero ciclista, ni siquiera un buen deportista, y puedo decirte que aún hoy, a cuatro meses de haber comenzado, sigo sin saber arreglar bien los frenos; ajustar los cambios; y todavía me cuesta cambiar o emparchar una cámara, etcétera. Es un aprendizaje permanente y un desafío, pero se va sobrellevando con muchas ganas.
Luego podemos mencionar el frío, la lluvia, el mal estado de los caminos, las largas distancias sin “nada” en medio de la estepa. Pero estos son aspectos que con algo de planificación y cierta paciencia, se van superando bien
En cuanto a qué “allanó” mi travesía, podría decirte que lo fundamental es el “sentido común”. Problemas e imprevistos van a surgir siempre, pero creo que ser prudente; ser consciente de nuestras propias limitaciones; y poder contar con, al menos, algún tipo de información acerca del trayecto que vamos a realizar, nos brinda ciertas garantías y seguridades. Admito que tantos años de profesión sirven también, ya que no sólo me han dado ciertos conocimientos importantes sobre muchas partes del camino recorrido y a recorrer, sino que además, te brinda una cierta sensación de seguridad, o de saber cómo desenvolverte en determinadas circunstancias, que para alguien que no está acostumbrado a andar, serían estresantes.

LOS PARQUES NACIONALES

Si bien la Administración de Parques Nacionales (APN) de Argentina es un ente autárquico, en la práctica la institución mantiene una alineación con el Gobierno de turno. Para el caso de APN, los directivos elegidos por el presidente Macri para dirigirla, son empresarios sin ninguna relación con la práctica ambiental, la visión general de la institución se volcó hacia el turismo VIP y mayormente, a desentenderse y silenciar su postura las problemáticas sociales que ponen en peligro a las áreas protegidas, como sucede con el caso de las megarepresas, o la minería a cielo abierto, los desmontes, y tantas otras actividades que son tanto política de estado como serias amenazas para la conservación de la biodiversidad.

—¿Teniendo en cuenta que los objetivos de esta experiencia que nos comentas pasan por unir los parques y llamar la atención sobre las represas en el río Santa Cruz, cómo viviste la relación entre los parques que visitabas y sus entornos, la gente, los turistas?
—Yo creo que cada caso ha de ser particular en relación a las localidades o pueblos cercanos. Tengamos en cuenta que en muchos casos hay parques que se encuentran a enormes distancias del poblado más cercano. Otros están rodeados por estancias o campos de cría de ganado, donde hay que saber consensuar con los propietarios, porque quizás el ganado ingresa a sectores de parques, y produce daños.
En algunos otros casos, hay parques que al estar muy cerca de ciudades turísticas, y por poseer atractivos realmente muy importantes, se convierten en un polo de atracción en sí mismos, y ahí es donde se deben articular acciones planificadas en conjunto con la sociedad y sus instituciones. Lo mismo sucede de alguna manera con el “turista” que visita cada parque.
Me ha pasado que en parques donde la cantidad de visitantes es muy pequeña, ya sea por inaccesibilidad, falta de difusión, menor cantidad o importancia de atractivos, etcétera, la interacción con quienes allí trabajan es mucho más directa, pudiendo conversar con guardaparques y brigadistas, interiorizándome acerca de las características y/o problemáticas del parque y demás. Por otro lado, en parques mucho más grandes y visitados, como los Parques Nacionales Tierra del Fuego o Los Glaciares, ésto es más impersonal, y muchas veces quienes ahí trabajan están abocados a tareas de vigilancia, control, inspección, y no cuentan con la posibilidad de interactuar tanto.


—¿Cómo pensás que se vincula el turismo con Parques Nacionales, está bien encarado desde Parques o requiere de bastante más atención?

—Acá entramos en un tema un tanto complejo, en relación a varios factores, donde no puedo menos que ser bastante crítico, porque me parecen enormes falencias que han de ser encaradas y resueltas en algún momento. No sólo la falta de idoneidad de la “cúpula” de Parques es evidente, ya sea en el ámbito ambiental o bien turístico, sino también de compromiso con la idea fundante del sistema de Parques Nacionales.
En primer lugar, Parques Nacionales como entidad dependiente del Estado Nacional, se encuentra en una época de recortes y ajustes que debe de hacer muy difícil su manejo, de manera eficiente y eficaz.
El ejemplo más claro es el del Parque Nacional Lihué Calel, en La Pampa, que a mi paso a fines de octubre, había recibido 15 mil pesos para combustibles que debían “durar” hasta febrero. Qué significa ésto: carencia de recursos; imposibilidad de contar con material o personal necesario; no poder realizar tareas de control dentro del área del parque, ya sea por cazadores furtivos; animales asilvestrados; posibles focos de incendio, etcétera, y que todo el personal del parque trabaje a pulmón, con pocas herramientas, y limitados en su respuesta ante cualquier eventualidad, como fue el incendio de casi el 80 por ciento del parque en enero del año pasado.
O el caso de los Parques Nacionales Bosques Petrificados y Monte León, en los cuales los accesos son desastrosos, con caminos de ripio en muy mal estado, y donde se depende de un convenio con Vialidad provincial para mantenerlos. Mientras, muchos turistas eligen no ingresar, para no tener que sortear esos caminos.
Quien preside la Institución es una persona puesta a “dedo” por el Presidente de turno (es el caso actual) y esto significa que no suelen ser personas capacitadas en el ámbito del cuidado del medioambiente, ni tienen relación alguna. El señor Eugenio Bréard, actual Presidente de Parques Nacionales, es básicamente un empresario o gerente, con lo cual la mirada que tiene sobre el manejo de parques, es la de un negocio, y se nota que poco le interesa la protección ambiental. Y ésto se ve reflejado en proyectos como la idea de instalación de complejos hoteleros VIP dentro de áreas naturales como el Parque Nacional Iguazú y el Parque Nacional Tierra del Fuego, con su consiguiente afectación del cuidado del ambiente natural del lugar, y que va en contraposición de lo que debería ser la idea básica y fundante de un parque. Y el sólo hecho de pensar que quien preside los Parques, jamás ha visitado muchos de ellos, nos da una idea de cómo ha de funcionar todo.
Se supone que Parques Nacionales es la primera línea de defensa de nuestros más importantes recursos, ya sean naturales, históricos, culturales, etcétera. Pero estamos a punto de afectar o destruir de manera irreversible una de las Maravillas Naturales del Mundo —el Glaciar Perito Moreno, ubicado dentro del Parque Nacional Los Glaciares, entre otros glaciares— a causa de la construcción de las represas sobre el Río Santa Cruz. Y, sin embargo, la entidad nada ha dicho al respecto.
El caso más paradigmático es el del señor Emiliano Ezcurra, Vicepresidente de Parques Nacionales, quien cuenta con una larga trayectoria en defensa medio ambiental y a quien se le conoció su oposición a la construcción de las represas sobre el Río Santa Cruz durante algún tiempo. Tiempo que finalizó, dicho sea de paso, a partir de su “ascenso” dentro de la Institución, momento desde el cual nada se le ha oído decir en defensa del río y los glaciares del Parque Nacional.
Si bien “autárquicos”, los Parques tienen una “bajada de línea” muy concreta, impedidos de hacer o decir nada que no provenga de la Administración de Parques. Es decir, centralistas. Y ésto se ve reflejado en un sistema de gestión lento y engorroso, donde “todo” tiene que ir a Buenos Aires, ser visto y evaluado, y “regresar” a destino. Significa tiempo perdido; burocracias innecesarias, y cosas que se van perdiendo en ese ida y vuelta y van quedando sin respuesta o solución.
Significa también “acallar” al personal en aspectos que van en detrimento de las áreas naturales protegidas, impidiendo que se expresen, y sea sólo la “versión oficial” la que se comunique. El mejor ejemplo de ésto, es la falta de una manifestación clara de Parques acerca de la afectación que las represas del río Santa Cruz tendrán sobre los glaciares.
Hay muchas otras falencias, como la falta de difusión o comunicación clara; una evidente falta de mantenimiento de áreas naturales o elementos histórico culturales dentro de los parques; contraposición de normativas, etcétera.
Por otro lado, si algo he de destacar, en las visitas realizadas durante esta travesía y en los años que he trabajado como guía, es la labor de los guardaparques. Muchas veces trabajan faltos de todo tipo de recursos, en condiciones de aislamiento muy importantes, sin los debidos suministros, y hasta desempeñando tareas que no se hallan dentro de las funciones que les son propias.
Creo (y lo sostengo firmemente), que son ellos a quienes debemos en gran parte la eficacia en la preservación de nuestras áreas naturales, y no justamente a quienes deberían “dirigir” esas acciones.

LAS REPRESAS SOBRE EL RÍO SANTA CRUZ

Cóndor Cliff y La Barrancosa son dos represas proyectadas sobre el Río Santa Cruz, con una importante inversión del Estado Chino. Este río es el último río glaciario que corre libre desde la cordillera hasta el mar Atlántico, forma parte de un ecosistema sensible y del cual dependen varias especies de aves endémicas y en peligro. El proyecto de represarlo despertó la oposición de vecinxs de las localidades cercanas, así como de abogados, científicos, ONGs ambientalistas y deportistas de todo el país, quienes formaron una coalición que logró impugnar los Estudios de Impacto Ambiental y llevar el caso ante la Corte Suprema Argentina. Actualmente, las obras no están frenadas por orden judicial pero el caso se encuentra nuevamente en manos de la Corte para definir la nulidad de los estudios ambientales, mientras la coalición sigue luchando para frenar definitivamente el proyecto.

—¿Cómo te interesaste por el caso de las represas sobre el río Santa Cruz? ¿En los lugares que visitaste conocían el tema? ¿En los parques nacionales te dijeron algo por andar con la bandera del río libre flameando?
—Durante los últimos años estuve trabajando para una empresa de viajes que es propietaria de un hotel en El Calafate. Esto hizo que visitara esta localidad al menos dos o tres veces al mes, a lo largo de varios años. Y eso me llevó a entrar en contacto con colegas que estaban ya vinculados a la defensa del río Santa Cruz. De a poco fui comprendiendo el enorme desastre que su construcción va a producir, y comencé a involucrarme.
Mi “grano de arena” era intentar concientizar sobre ésta problemática a mis pasajeros, con quienes en una convivencia de casi dos semanas se genera un vínculo bastante especial. Y eso te permite “llegar” a esas personas desde otro ángulo. Ya más vivencial ó sentimental, genera cierta empatía, y que no sólo quede en una foto o comentario, sino que comiencen a interesarse en serio.
Luego, al proyectar este viaje, me pareció que podía ser una buena idea tratar de colaborar para visibilizar esta problemática, ya que el viajar en bici genera una cierta exposición.
En cuanto a las personas, excepto en Santa Cruz, en el resto de las provincias por las que pasé, han oído o visto noticias sobre la construcción de las represas, sobre todo vinculadas a la enorme corrupción asociada al proyecto, pero poco o nada saben sobre el daño ecológico que van a producir; lo obsoleto del proyecto, la cesión de soberanía de nuestros recursos hídricos a China, ni el endeudamiento mega millonario que nos va a costar una obra que no va a traer beneficios que valgan la pena semejante daño. Ningún político ha salido a hablar sobre la “letra chica” del proyecto, así que la gente desconoce estos aspectos.
En Santa Cruz, es tristísimo lo que sucede. La mayoría de las personas están al tanto de la corrupción del proyecto; del daño irreversible e irreparable que van a provocar; que se están pisoteando sus derechos, que se han violado leyes ambientales y de Derechos Humanos vigentes en la Constitución Nacional, etcétera. Pero les han “vendido” la idea de trabajo, lo cual también tiene letra chica, y a muchos los tienen cooptados, ya que gran parte de la población provincial depende de algún tipo de trabajo estatal, con lo cual, si se manifiestan en contra, corren el riesgo de quedarse ellos mismos o algún familiar, sin trabajo. Es un sistema que lleva muchos años en la provincia, y lo que permitió claro, la corrupción, el robo, el despilfarro, y que nadie hablara. Lo mismo, sucede con el proyecto de las represas.
Y es increíble cómo, cuando les mencionas el tema, las personas bajan la mirada con vergüenza y te dicen que saben lo que va a pasar, pero nadie se anima a hacer nada.
Y Parques Nacionales, ¡bien gracias! Lo digo por lo de la bandera. Han sido totalmente indiferentes. Incluso he intentado contactarme con cada Parque a visitar tiempo antes de arribar a ellos y, en general, ni siquiera se toman la molestia de responder los emails que, luego claro, me entero que los reciben. Mucho menos brindar algún tipo de “soporte” logístico como para poder llevar adelante mi viaje.
La única colaboración ha sido la de los guardaparques “in situ”, quienes se muestran muy interesados en general, y me han recibido muy bien.


—Para finalizar, ¿podrías recomendarnos algún sitio de esos que dirías son imperdibles para recorrer en bicicleta?

—Me sorprendieron muy gratamente toda una serie de pueblos o localidades de la provincia de Buenos Aires, ideales para visitar un fin de semana, como por ejemplo Bolívar, Urdampilleta, Daireaux, Laguna Alsina, etcétera. Súper apacibles, gente amable, limpios, ordenados. Un placer andar por sus calles. Una visita también interesantísima es a la localidad de Carhúe, que tiene termas, y las “ruinas” de la Villa Epecuén. Un lugar donde combinar el turismo de salud con la historia.
Ya ingresando a Patagonia, bien vale la pena pasar por los Parques Nacionales Lihúe Calel de La Pampa, P.N. Bosques Petrificados y Monte León, en Santa Cruz; la hermosa localidad de Las Grutas y Puerto Madryn con todos sus atractivos naturales, y Puerto San Julián, también en Santa Cruz. El P.N. Tierra del Fuego y Ushuaia son un clásico también.
Ahora, hay tres lugares que me enamoraron a mi paso por allí y los recomiendo enormemente. Quizás para una o dos noches, en contacto directo con la naturaleza: Pomona (Río Negro); Comandante Luis Piedra Buena (Santa Cruz) y Lago Escondido (Tierra del Fuego). Ya sea a la vera de un río o un lago, con la aridez de la estepa o el bosque andino y la cordillera de Los Andes de fondo, pero son lugares realmente increíbles.

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