LLEGAMOS… ¿A DÓNDE VAMOS AHORA?

Una canción del grupo canadiense "The Band" es el punto de partida para una reflexión sobre lazos entre animales, comunidades humanas y cosmovisiones occidentales... y no tanto.

Me parecía escuchar en el tema “Where do we go from here?” ( 1 ) de The Band un llamado o mención subrepticia a algún animal, y creo haber registrado también la palabra “extinción”. Supuse que se trataba entonces de algunos versos medio “verdes” en una banda donde no desentonaría, teniendo en cuenta que muchos asocian su sonido a bosques de pino, polizones hobo, red-necks y reuniones al crepitar del fuego cerca de la frontera yankee-canadiense. Presté un poquito más de atención y luego rastreé la letra. La canción, compuesta por Robbie Robertson para el álbum Cahoots (1971), se lamenta por las “águilas de distinción”, búfalos y vías de ferrocarril que desaparecen, vaya a saber uno porqué mano del “hombre”.

Did you hear about the eagle of distinction
The one that came on every Friday afternoon
Well, it seems that eagle has near flown into extinction
Descending to the sand
His biggest enemy being man
Have you ever seen the freedom on the wing

(…)

Have you heard about the buffalo on the plain
And how at one time they’d stampede a thousand strong
Now that buffalo’s at the zoo standing in the rain
Just one more victim of fate

Me pregunté luego cuál sería “el águila de la distinción” en ese tema, y qué pueblos tenía en mente Robertson cuando lo compuso. Los pueblos nativos de Canadá y EUA tuvieron siempre cierta presencia en su legajo, me viene a la cabeza otros como Last of the blacksmiths, y en solitario, “Music For The Native Americans”. Después descubrí que Robertson es descendiente de naciones indígenas Mohawk y Cayuga, y fue criado en la reserva de las 6 Naciones, ubicada al sur de Ontario ( 1 ). Empezaron a dispararse mis preguntas, que llevan a notas donde se entremezclan variadas referencias. Mirando el mapa de esa región… ¿podrá ser, por ejemplo, el águila calva (Haliaeetus leucocephalus)?

Foto: Uncoated

Mundialmente conocida por estampar la documentación estadounidense en todas sus formas (escudos nacionales, pasaportes, etc.), un aura de mito dando vueltas indica que otra ave pudo haber ocupado ese lugar. Al parecer, el padre del ethos norteamericano, Benjamin Franklin -aquel resabio de cuáquero tan primordial para comprender la afinidad entre la ética protestante y el espíritu capitalista siguiendo los análisis de Max Weber- pretendía que otra especie de ave ocupara el lugar insignia del estandarte estadounidense, luego de que el Congreso se inclinara por la rapaz. Indignado, escribió a su hija en 1784 una carta lamentando la elección por un ave “de mal carácter”, “cobarde calificado”, bastante haragana ya que espera impasible que otras -por ejemplo, el águila pescadora (Pandion haliaetus)- se esforzaran por conseguir alimento y luego les roba la presa. Mención aparte que era también espantada por aves de menor porte. Por el contrario, el pavo silvestre (Meleagris gallopavo) era comparativamente “más respetable”, y a sus ojos, realmente “nativo” de América, concluía Franklin. ( 1 )

Esta oposición podría extenderse a su concepción utilitarista, craneando con lentes weberianas. A diferencia del capitalismo aventurero o de rapiña, inconstante, avaro, “sin alma”, inmoral, del cual no podría devenir un sistema económico estructurado, tiene que haber una ética, un sistemático trabajo de elevada conciencia, metódico y racional, de paciencia y ascetismo en lo laboral, ahorro y frugalidad. Un fin en sí mismo, un espíritu o alma que procede de una fuente religiosa, referido a la vez en la ética profesional del calvinismo. Es decir, el águila calva (la rapiña) vs. el pavo real (la moral).

Quizás Franklin estaba en lo cierto, porque la historia posterior de su país corrobora varias de sus anotaciones… carroñería, cobardía; palabras que en los animales no son más que descripciones “personificadas”, pero quizás ilustren el accionar de las clases dominantes hacia dentro y fuera de los EUA. Por ahí el águila calva reluce cierto espíritu innoble de los Estados Unidos y Franklin acertaba.

Suponiendo al águila calva y al bisón americano en la canción, enfrentaron sí el destino feroz del “hombre”, su peor enemigo, si nos referimos al Hombre blanco, occidental y profesor de la religión capitalista, “ya sin espíritu o contenido”. Riesgo de extinción y encierro en el zoo. Pero estos animales rodeaban también la cosmogonía nativa de los pueblos locales. Las tribus algonquinas reciben su caricatura en el “primer contacto” con los europeos Asterix y Obelix (en “Asterix y la Gran Travesía”, también conocido como “Asterix en América”) y un primer intercambio de flora y fauna que se establece en el viaje. Un sentido diferente puede traerse mirando el libro de de Gord Hill, “500 años de resistencia” ( 1 ). El “animismo” -ese extender la interioridad o alma a especies no humanas, rememorando a Philipe Descolá- de los pueblos algonquinos, con los dioses manitus y una conexión cósmica sin intermediarios a los brazos de la naturaleza.

En la aventura que realizan visitando -inadvertidamente- el nuevo continente, Asterix y Obelix se topan con el ave preferida de Franklin, que marca lo específico del lugar, la extrañeza (Obelix se refiere a este animal como “glúglú”). Reflejando las costumbres de la actualidad, el destino del pavo se encuentra sellado, y viene a ocupar el lugar del jabalí en la dieta de los irreductibles galos. Pero la época y el uso que realizan del bicho no tiene aún la intensidad y ausencia de contenido que vendrá luego con la ocupación del continente; aún con la voracidad de un Obelix, ni él ni los pueblos algonquinos de Canadá y Estados Unidos amenazaron a estas especies. El avance de la frontera agraria, desecamiento de pantanos -tierras improductivas a los ojos de los landowners– y la caza afectaron a los pavos silvestres, descendiendo en un 90% a nivel continental (EEUU, Canadá y Mexico) hacia 1930-1940.

Aparentemente, los efectos sociales de la crisis de 1929 contribuyeron a la recuperación de las poblaciones: alrededor de 14 millones de trabajadores rurales dejaron sus campos para buscar un puesto en las ciudades, lo cual permitió que las tierras recuperaran pastos, arbustos y árboles; en definitiva, el hábitat re-emergente para esta especie. Alrededor de 1940, varios planes sustentados por la ecología y también la difusión de avances en las técnicas para conservar los alimentos permitieron que el ave como “recurso” disminuyera su precio al público y se tornara masivo.

Hoy en día, el pavo es parte de la dieta cotidiana de los estadounidenses, donde más de 200 millones de pavos son consumidos anualmente y colabora notablemente con la emisión de CH4 en términos relativos con otros animales que también son parte de la cadena de explotación.

El “águila de distinción”. Un ejemplar de 25 años electrocutado en la ciudad de Kodiak, Alaska, en febrero de 2011. De acuerdo al American Bird Conservancy, este individuo fue capturado y anillado en 1989 luego del derrame de petróleo de Exxon Valdez -ocurrido en Prince William Sound, Alaska-. (http://blogs.sierraclub.org/sierradaily/2011/02/the-eagle-of-distinction.html)

El águila calva estuvo en riesgo de permanecer sólo como una estampa. La época de 1930-1940, como para el pavo, fue también de concientización de disminución de poblaciones. También cazadas por recreación y para quitarles rango de acción de las zonas de pesca deportiva, sufrieron a la vez el impacto de pesticidas como el DDT. En 1940 se firmó The Bald Eagle Act y recién luego de la prohibición del DDT en 1972, la especie pasó a considerarse de “en peligro” a “amenazada”. Problemas aún presentes como la caza furtiva y electrocución en postes de luz siguen afectando a individuos.

Asterix se pregunta “a dónde hemos venido a parar” y The Band “a dónde vamos a partir de ahora”. Una vez que llegamos a vernos reflejados en especies y cosmovisiones que compartieron tierras con ellas nos surgen las preguntas. El tema de The Band se acumula junto a decenas de otros de su compleja discografía. Música poco ortodoxa, la creatividad puesta en sonidos frescos, en letras que cuentan aquellas historias que trascienden la experiencia, sondeando la profundidad de pueblos que nos anteceden pero que nos continúan atravesando, aunque a veces sean ficticias. Nos unen con otras especies y espacios.

Un espacio colectivo de difusión, reflexión y debate.

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