Patagonia, donde termina y comienza el mundo. Un antepasado de Chatwin encuentra de casualidad la piel de un Mylodon (Mylodon darwini). Parte de ella termina en la casa de su abuela y, por esas casualidades de la la vida, se encuentra con la curiosidad del pequeño Bruce. Convencido de que es un brontosaurio, de ahí en más no dejará de salir a recorrer el mundo investigando historias y verdades. Si es que estas pueden distinguirse.
Chatwin es un buscador de historias, personajes, verdades, paisajes y lugares. Herzog también. Sus caminos se han cruzado y enredado varias veces. Además de la inspiración que el trabajo de cada uno aportó al otro, a ambos se les ha reprochado que en sus obras “de no ficción” inventaron bastante. A esto el film le responde “no contamos una media verdad, contamos una verdad y media”.
El arte como una forma de encontrar la verdad de la vida, de la Naturaleza, de la humanidad, de todo eso indistinguible a lo que le ponemos rótulos y filtramos con el cerebro y la razón para entenderlo, pero sin comprenderlo.
Chatwin se fascinó con los cantos de los aborígenes australianos, encontró magia ahí donde los habitantes originarios usaban palabras y sonidos para mapear su mundo. Sueños y canciones que son orientaciones para moverse por el mundo. Los Selk’nam de Tierra del Fuego fueron capaces de navegar las costas y mares más peligrosos. Habitar, poner el cuerpo. El film rescata la experiencia del caminar: “El mundo se revela a los que viajan a pie”.
Herzog busca recuerdos de su amigo, reconstruyendo una memoria que va mucho más allá de una vida. Porque Chatwin fue un viajero, un aventurero y un narrador en busca de la historia de la humanidad y de la vida en el planeta. Una vida que en el presente se encuentra bajo amenaza de extinción. El Mylodon de 10.000 años de antigüedad que encontraron en Patagonia, los pueblos aborígenes americanos y australianos, muertos por el avance implacable de la razón occidental que se llevó todo puesto. ¿Quién tiene hoy la sabiduría para moverse por el mundo sin más guía que una canción?
Buscando a un amigo que ya no está
Hay algo muy particular en la historias que cuenta Herzog. La forma en que la vida humana se entrelaza siempre con su hábitat natural. La lucha descarnada entre el sinsentido del mundo y la constancia de la humanidad para darle un significado, sobreponerse a las hostilidades de la vida, conseguir lo que se propone, o morir en el intento. Y eso está en la propia forma de hacer cine de Herzog, y en sus personajes. Vale como ejemplo el delirio de remontar un barco a vapor sobre una montaña en el Amazonas para “Fiztcarraldo”, contar la historia de Timothy Treadwell, el señor de los osos devorado por uno, o la anécdota que cuenta en este film, cuando fueron a filmar al cerro torre y terminaron atrapados en una tormenta de nieve por 55 horas.
Chatwin murió de SIDA a los 49 años, dejó unos cuantos libros al mundo. Herzog aún sigue filmando y dejando testimonio de la historia de la humanidad, que no es más que las infinitas narraciones que dan sentido a esta vida. Y si tal vez no nos queda mucho más tiempo en este planeta para seguir andando, al menos por lo que nos queda, tenemos esas historias que nos dan sentido. Y quizá esa sea la forma correcta de morir.
“That at the bottom, the only courage that is demanded of us, to have the courage of the most strange, the most singular and the most inexplicable that we may encounter. I’m glad to have met you.”
Rainer Maria Rilke
Más información sobre el film:
Link IMDB: https://www.imdb.com/title/tt10011296/