Esta nota es una versión acotada de la publicada en La Izquierda Diario
El lunes 6 de mayo, se dio a conocer el informe del IPBES, la Plataforma intergubernamental de ciencia y políticas sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos (Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services), el trabajo de más de 400 especialistas de 50 países da cuenta del tétrico panorama a futuro que le espera a la humanidad, los animales y plantas que vivimos en este planeta.
Más de un millón de especies de flora y fauna están en peligro de extinción, a un ritmo sin precedentes en la historia, debido principalmente a los cambios en el uso del suelo y del agua, la explotación directa de los organismos, el cambio climático, la contaminación y las especies invasoras. En ese orden.
Sr Robert Watson, jefe del IPBES, declaró que “la salud de los ecosistemas sobre los que nosotros y todas las especies depende se está deteriorando más rápido que nunca. Estamos erosionando los propios fundamentos de nuestra economía, sostenimiento, seguridad alimentaria, salud y calidad de vida global”.
NÚMEROS QUE ASUSTAN, O DEBERÍAN HACERLO
Desde 1980 la emisión de gases de efecto invernadero se ha duplicado, generando un aumento de la temperatura global promedio de 0,7 grados Celsius, lo que ya está impactando tanto a nivel ecosistémico como genético, y sus efectos se esperan que se incrementen en las próximas décadas.
La abundancia de especies nativas en la mayor parte de los hábitats terrestres decayó en al menos un 20%, desde 1900. Más del 40% de las especies de anfibios, 33% de corales y más de un tercio de los mamíferos marinos están amenazados. La evidencia sobre insectos sugiere que al menos un 10% se encuentra bajo amenaza, 680 especies de vertebrados fueron extintos desde el siglo 16 y más del 9% de las razas de mamíferos domésticos para el 2016, con al menos 1000 razas más en peligro.
Estos resultados dan cuenta del fracaso total de alcanzar, al menos, 35 de los 44 objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas sobre pobreza, hambre, salud, agua, ciudades, clima, océanos y tierra, y sólo podrían alcanzarse 4 de las 20 metas de Aichi sobre Biodiversidad.
Entre otros puntos destacados del informe, se mencionan la alteración de tres cuartos de los ambientes terrestres y aproximadamente 66% de los marinos por acciones humanas, tendencia que resulta ligeramente menos severa en áreas bajo manejo de poblaciones originarias y comunidades locales. La tasa de extinción de hoy es de diez a cientos de veces más alta, en promedio, que la de los últimos 10 millones de años. Más de un tercio de la superficie terrestre y un 75% de las fuentes de agua dulce son usadas para agricultura y producción pecuaria.
SUSTENTABILIDAD COMO ÚNICA OPCIÓN
El informe plantea que esta tendencia podría revertirse con un cambio “fundamental, una reorganización amplia de sistemas en lo tecnológico, económico y social, incluyendo paradigmas, metas y valores”; propone además manejos integrados y acercamientos intersectoriales que tengan en cuenta los intercambios entre la producción de comida, la energía, la infraestructura, el agua potable y la conservación de la biodiversidad. El punto más sobresaliente es que explicita la necesidad de “alejarse del actual y limitado paradigma del crecimiento económico” e incluso hace mención al problema de la extracción de recursos que se produce en una parte del mundo para satisfacer la demanda de consumo en otras regiones.
Sin embargo, vale la pena poner en tensión estas ideas, ya que bajo el sistema de producción capitalista, el calentamiento global, la acidificación de los océanos, del aire y la contaminación del agua, la deforestación, la extinción de las especies, etc. son el resultado necesario e inevitable de anteponer los beneficios económicos a la sostenibilidad de la vida. “La necesidad del capitalismo de producir cada vez un mayor número de mercancías es fundamentalmente incompatible con la sustentabilidad ecológica.”
Por eso, sólo si la gran masa oprimida de la humanidad se organiza para quebrar el poder destructivo del capitalismo, arrancando de sus manos el control de las sociedades y luchando para construir relaciones sociales equitativas y solidarias, entre humanos y con la Naturaleza y lo no humano, con el objetivo de producir para satisfacer demandas sociales y no el lucro privado, podremos salvarnos nosotros y a los millones de animales y plantas a los que estamos condenando a desaparecer de la faz de la tierra.
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