LAS AREAS NATURALES DEL AREA METROPOLITANA DE BUENOS AIRES EN PELIGRO

Los humedales urbanos a merced de los ataques de grandes desarrollos privados refuerzan la problemática del hábitat social. A pesar de la pandemia, fuegos intencionales destruyen importantes áreas protegidas por comunidades locales en el conurbano bonaerense.

La ciudad de Buenos Aires y los partidos del Gran Buenos Aires exponen grandes tensiones por el acceso al suelo urbano, que se expresan en múltiples conflictos sociales a lo largo de las cuencas de sus principales ríos (Matanza-Riachuelo, Reconquista, Luján). Los espacios naturales, verdes y públicos que con dificultad se conservan en los centros de las ciudades, los suburbios y las zonas de transición urbano-rural de la región, son uno de los principales focos de conflictividad. Mientras grandes emprendimientos inmobiliarios, industriales y deportivos acaparan territorios y biodiversidad y exportan los costos ambientales como “externalidades”, los sectores pobres urbanos terminan relegados a la ocupación de zonas bajas -que suelen coincidir con ecosistemas frágiles como los humedales-, contaminadas y sin servicios básicos (recolección de residuos, red cloacal y agua potable).

Lo interesante es que muchos de estos espacios verdes y públicos distribuidos por la ciudad y el conurbano bonaerense son cuidados por grupos y organizaciones vecinales. Estos colectivos deben unir fuerzas para denunciar los impactos y reunir evidencias que sustenten pedidos de protección formal bajo alguna categoría como área protegidas (parque, reserva, zona a preservar, etc.). Las lógicas privadas y las problemáticas de acceso a tierra y vivienda son parte de la espiral de urbanización neoliberal intensificada desde la década de 1990, que se desenvuelve en daños al ambiente y la salud de toda la comunidad. Estas luchas comunitarias para defender esos pequeños remanentes de espacios naturales se enmarcan en un escenario territorial complejo, que requiere un abordaje en términos de acceso al hábitat integral, capaz de contemplar lo social y los entornos naturales y modificados.

Desde Florestanía seguimos de cerca siempre las experiencias locales de defensa de espacios verdes y luchas por condiciones dignas de vida en los núcleos urbanos y las ciudades de menor densidad. Usualmente atravesadas por enormes conflictos y disputas, en lo que va del año las reservas naturales ya declaradas y por declarar, protegidas por la comunidad -ya que no lo hacen las autoridades- ahora se prenden fuego. Literalmente. Quienes se movilizan para cuidarlas las ven arder de lejos en época de pandemia. Bronca e impotencia.

 

FUEGO EN LOMAS DE ZAMORA Y LA MATANZA


Incendios de carácter intencional quemaron en las últimas semanas las reservas naturales de Ciudad Evita (La Matanza), Santa Catalina (Lomas de Zamora) y Laferrere (La Matanza), lugares valiosísimos no sólo por su belleza y refugio de biodiversidad, sino también por los múltiples servicios ecosistémicos que brindan a barrios que muchas veces sufren enormes carencias. Por ejemplo, la mitigación de inundaciones, un flagelo de las cuencas hídricas metropolitanas que padecen especialmente los sectores más vulnerables.

 


Estas tres reservas se ubican en la cuenca Matanza-Riachuelo. Santa Catalina fue declarada reserva provincial en 2011 gracias a la movilización local, y aún hoy no está implementada. Ni la Universidad Nacional de La Plata (ni gran parte de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, actuando como cuasi-privados) ni la empresa Covelia, que tienen dominio sobre los predios del humedal y bosques, reconocen el estatus de reserva. Mientras los incendios en el sector de la laguna dejan pocas dudas sobre las intenciones de la empresa, los actores públicos que deberían intervenir y agilizar la implementación brillan por su ausencia. De seguir rellenando el humedal, la crisis hídrica de los barrios más bajos de Lomas, el distrito de Cuartel IX, se irá profundizando todavía más.

En La Matanza, en las localidades de Ciudad Evita y Gregorio de Laferrere, dos áreas naturales subsisten gracias a la fuerza de la organización vecinal. La reserva natural de Ciudad Evita está asociada a la planificación histórica de la ciudad-jardín del primer gobierno peronista (1946-1955). Fue declarada por ordenanza municipal en 2015, aunque sólo con 1/3 de lo solicitado en el proyecto original. Entre sus problemas encontramos la ocupación ilegal de tierras por parte de particulares -que luego lotean a sectores de bajos recursos económicos-, tomas de tierra para asentamientos y emprendimientos privados. Es un ejemplo concreto de la problemática del hábitat urbano en Buenos Aires, y a simple vista, logra instalar un dualismo o contraposición entre el derecho a la vivienda y el derecho al ambiente sano que tiende a recrudecer la tensión entre sectores sociales.

En Laferrere, un último pulmón verde matancero de 83 hectáreas -a la altura del kilómetro 25 de la Ruta 3- está siendo defendido comunitariamente por vecinos y vecinas, que sumaron a las escuelas de la zona al proyecto colectivo que busca declararlo reserva natural. Hasta antes de la cuarentena, periódicamente se organizaban recorridas vecinales de reconocimiento ambiental y reflexión colectiva sobre la importancia de estos espacios, en un partido con fuertes problemáticas de inundaciones y contaminación. El proyecto colectivo también incluye al histórico Aeródromo, abandonado por el municipio, para que se convierta en un museo histórico de acceso libre y gratuito. Así, la educación ambiental pasa a pensarse en forma integral, donde sociedad y ambiente interactúan a través de valores locales que son realzados y defendidos por la comunidad ante intereses privados que pretenden darle usos exclusivos al predio.

 


MODUS OPERANDI


Como en otros lugares, en las reservas del conurbano el fuego intencional se ha convertido en un
modus operandi para dar lugar a usos incompatibles con la conservación y la salud ambiental. No es un asunto aislado. Vemos la misma estrategia cuando queman las islas del Delta del Paraná. Actores que aprovechan la situación de cuarentena para degradar, a través de los incendios, espacios naturales de alto valor de conservación en su interés por tierras para introducir ganado (donde era habitual la pastura ahora se destinan a monocultivos). En fin, mientras el humo cargado de toxinas llega a las ciudades aledañas, en medio de una pandemia, y la fauna silvestre muere o pierde su hábitat, las autoridades no logran responder con la celeridad que la sociedad le reclama. “Es otra jurisdicción”, “nos estamos ocupando”, “es la bajante y la sequía”, son algunas de las débiles respuestas que las organizaciones reciben. 

Los humedales en zonas urbanas hace poco han adquirido relevancia como campo de estudio e intervención. Es necesario y urgente avanzar con la sanción de una Ley de Humedales, postergada al menos desde 2013. Una herramienta que establece presupuestos mínimos de protección de estos ecosistemas a partir de un inventario nacional, el cual ya ha comenzado a efectuarse en diferentes etapas (de hecho, en la cuenca del Matanza-Riachuelo está en marcha un inventario de estos ecosistemas encarado por el organismo a cargo de la recomposición ambiental -ACUMAR- en convenio con el CONICET).

Una visita a esas reservas no sólo ofrece la posibilidad de encontrar aquella naturaleza que tanto se nos plantea lejana, prístina e inaccesible para “les urbanites”, también nos da la chance de conocer experiencias locales y colectivas que disputan sentidos y usos del espacio público. Estas experiencias son marcas de una histórica expansión urbana poco planificada, con doble cara desigual: grandes desarrollos y emprendimientos (por ejemplo, barrios cerrados, clubes deportivos, grandes zonas industriales), que conforman una “ciudad formal”, permitida y opuesta a esa “ciudad informal” que producen los sectores populares en sus luchas por condiciones dignas de acceso a tierra y vivienda (villas y asentamientos). Entre esa doble faz de la moneda, existen muchas más áreas que vienen atravesando conflictos similares. Seguiremos difundiéndolas, y acompañando las luchas, aunque sea a la distancia.

Para conocer más sobre los diferentes espacios naturales de la región metropolitana de Buenos Aires, te recomendamos que visites el sitio web de la Red de Áreas Protegidas Urbanas (RAPU): https://sites.google.com/view/redareasprotegidas/

#LeydeHumedalesYA

Un espacio colectivo de difusión, reflexión y debate.

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