En el campo
Al menos seis cóndores fueron hallados muertos en la localidad de Perito Moreno, Santa Cruz, el pasado 25 de Septiembre. Miembros de la ONG Fundación Flora y Fauna dieron aviso del hallazgo al Consejo Agrario Provincial (CAP) y Fundación Bioandina Argentina (FBA). De inmediato se organizó un equipo de trabajo, conformado por autoridades del CAP (delegaciones Perito Moreno y Calafate), Fundación Flora y Fauna, FBA, CONICET, con el apoyo de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (SAyDS).
El equipo de trabajo evaluó la distribución y el estado de cada uno de los cadáveres. Los animales estaban en un área pequeña, junto a un ovino muerto y restos de un zorro, lo que hizo presumir otro caso de envenenamiento.
Se derivaron muestras para estudios toxicológicos a Buenos Aires que arrojaron como resultado envenenamiento por Carbofuran.
Algunos pobladores rurales continúan usando veneno para tratar de controlar grandes carnívoros como pumas, zorros o perros y cuidar su ganado. Pero con ello no sólo causan la muerte de especies carroñeras -cuya presencia contribuye al control ambiental- sino también contaminan el suelo, el agua y ponen en peligro todas las formas de vida, incluso la salud humana.
En un comunicado de la Fundación Bioandina* se advierte “En poco más de un año, han muerto envenenados más de 100 (cien) cóndores en el país y los casos de muerte masiva se siguen repitiendo, a un ritmo que amenaza de extinción a la especie”.
Por eso se sigue reclamando “la necesidad de generar leyes nacionales que garanticen la trazabilidad y la prescripción de los agroquímicos, así como reformas al código penal para castigar debidamente estos delitos ambientales.”
En la ciudad
El último domingo 6 de octubre, en Parque Sarmiento, (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) tuvimos que secuestrar dos gomeras a dos niños que estaban matando aves. No llegamos a tiempo y una torcaza (al menos) resultó herida de muerte por estas acciones.
Hablamos con los chicos y les explicamos que matar no es un juego, intentamos que se comprometan a no repetir estas acciones y difundir el mensaje.
En esta ciudad de Buenos Aires faltan espacios verdes y sobra inequidad. Los pocos lugares verdes públicos que aún existen se encuentran muy deteriorados y además, como en el caso del parque del barrio de Saavedra, en un estado paupérrimo de cuidado, en su mayor parte enrejado y privatizado por empresas que se apropian del espacio para hacer negocios. Mientras tanto, miles de chicas y chicos no tienen acceso a disfrutar de actividades recreativas, hacer deporte, vincularse con el medio ambiente ni acceden a las mismas opciones de entretenimiento que otros niñes con más suerte.
Tanto los pobladores rurales que apenas subsisten criando ganado como las y los pibas y pibes que no acceden a ofertas de educación, entretenimiento, salud y educación son responsabilizados por la matanza de animales (cuando no de ser quienes ensucian o destruyen los espacios públicos y naturales). Pero así, nos perdemos de ver la imagen completa.
El acceso a los bienes comunes naturales, el aprendizaje de otros vínculos con los no humanos (y con los humanos) no existe en el vacío y está siempre mediado por las condiciones sociales donde los humanos existen, aprenden y reproducen conductas.
Si un poblador rural no encuentra formas de cuidar su medio de subsistencia, no tiene apoyo de las instituciones que deberían dárselo, y apenas sobrevive en condiciones de precariedad e incertidumbre casi absolutas, es comprensible que haga uso de cualquier medio para tratar de salvaguardar lo poco que posee, sin considerar los impactos en el ambiente o en la gente.
Si las niñas y niños de las ciudades no cuentan con posibilidades de disfrutar de su tiempo libre, de ser respetados y tener espacios donde divertirse, ofertas de actividades recreativas, acceso a medios de disfrute y juego por igual, es comprensible que también echen mano de lo que tengan disponible, aunque eso sea un instrumento destructivo. Si lo que se les ofrece cuando asisten a un parque público del distrito más rico de la ciudad es desprecio, un ambiente degradado, espacios separados por rejas donde lo de adentro se ve lindo pero hay que pagar para acceder y lo de afuera está descuidado y sucio… ¿Por qué habrían de cuidar al otro si ellos mismos no se sienten cuidados o contenidos?
El cuidado de la Naturaleza y de lo no humano no existe por fuera del modo en que nos vinculamos entre los humanos. Si vivimos en una sociedad con fuerte desigualdad y segregación social, resulta lógico que los demás vínculos se vean negativamente afectados y difícilmente esta situación cambiará prohibiendo el uso de elementos dañinos sin atender al resto de las problemáticas sociales que, además, son ambientales.
Tal vez uno de los objetivos más importantes para la creación de áreas protegidas o espacios verdes públicos en ciudades sea, justamente, su función de reconstruir los vínculos entre los humanos y la Naturaleza y los animales. Pero para que esa función sea realista, resulta fundamental garantizar la información, el conocimiento y la participación de las comunidades en la creación y gestión de las áreas y asegurar el acceso a las mismas para todes.
*Fuente: Fundación Bioandina Argentina www.bioandina.org.ar SOS Cóndor
Fundación Flora y Fauna Argentina, Conservation Land Trust, Aves Argentinas, Consejo Agrario Provincial y Ecoparque