Las paredes se repiten y dejan aprendizajes y luces, y a veces, reaparece ese imperativo. Seguir adelante y no dejar de ser productivos. Que la rueda siga girando. Pero ojo, que “people make the world go round”. ¿Quién está detrás de todo? Aprovechar el tiempo, aunque nuestras horas se hayan detenido o lentamente desacelerado. Nos encerramos con nuestros propias trampas, día a día, cuando no dejamos de correr mentalmente y los ojos ya están tan cansados.
Nos distanciamos físicamente, pero ahí estamos, continuamente en línea. Un scrolleo constante de caras, de ofertas, de charlas, de clases, de shows en vivo. Pero, nos alejamos un poquito de las led, y ahí va nuestra virtualidad atravesada: la vigilancia al resto, la desconfianza, la negación de otres.

Queda un tiempo aún. En ese tiempo, quizás el tiempo de nuestro tiempo se irá a dar una vuelta y habrá regresado, como si nada. Queda, en ese interín, reajustarnos, y no dejar que la retórica de la guerra contra lo invisible siga invisibilizando o denigrando a otres. Parafraseando a Humberto Maturana, “si tratamos al virus como enemigo vamos a funcionar con esa lógica”.

(…) como seres humanos somos seres adictos al amor, y dependemos para la armonía biológica de nuestro vivir de la cooperación y la sensualidad, no de la competencia y la lucha” (H. Maturana, “El sentido de lo humano”)